Por fin vuelvo a la acción,
masculla el lápiz con alegría.
Sabes, ya me aburría,
el silencio y la oscuridad
del estuche en el que habito
me provocan claustrofobia.
¿Todavía lograré escribir?,
me pregunto una y otra vez
al relacionarme con los demás
miembros de mi familia:
borradores, reglas, bolígrafos,
y muchos lápices como yo
de todos los colores posibles;
también con mis tíos ya muy ancianos
pero de grandiosa vitalidad,
incluso antepasados que se mantienen
desde tiempos pretéritos que yo no conocí.
Espero esculpir numerosos poemas
con la mina especial que poseo,
fruto del trabajo exclusivo del sacapuntas,
que haciendo espirales me perfila
y consigo un ápice superfino para actuar.
Escritora, te recuerdo con insistencia
que tú me tienes que elegir a mí,
ya que soy tu querido amigo de siempre,
un perfecto caballero hacedor de palabras
con el que escribes cuando aparece la musa
y te susurra estos versos encadenados
cuya finalidad es crear un sensible poema
que yo, el señor lápiz, poetizo para ti.
María Teresa Rodríguez Cabrera
Deja tu comentario