(CALAVERITA)
Cuando se acerca la muerte
no hay nada para saberlo,
viene, quiere conocerte,
tú no puedes entenderlo.
Podría pasar de largo
dejar de rondar mi vida
evitarme el trago amargo
presenciando su partida.
Es un hombre con chistera,
alto, joven de buen porte
me llama y no vocifera
me trasladará hacia el norte.
Vamos tú y yo a visitar
tu panteón de familia,
entramos a saludar
buscamos a tía Emilia.
Me ha encargado que te lleve
en la noche de difuntos,
eres uno de los nueve
ella quiere veros juntos.
Si te prefiere a ti entre ellos
te abandonaré en el nicho;
le obsesionan los cabellos
es su más tierno capricho.
Se para ante mi persona
me contempla muy asombrada,
tengo la cara tristona
parece que eso le agrada.
Me señala con el dedo,
se viene a mí despacito,
estoy que muero de miedo,
a ella eso le importa un pito.
Me ha cogido de la mano
traspasamos las paredes,
ya no puedo ser humano
vivo atrapada en sus redes.
Por los nichos nos movemos
visitando a los parientes,
-siéntate ahora y cenemos,
que nos perciban sonrientes.
Aquí está tu casa ahora
no permito que te vayas,
esta noche sin demora
vagaremos por las playas.
Las dos juntas volaremos,
asustando a las personas,
¡somos fantasmas!, diremos,
nos mostramos valentonas.
María Teresa Rodríguez Cabrera
Poeta Generacional
Literata Consejera
Generación del 23 Parnaso Siglo XXI
1 / 2 – 11 – 2024
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