Diviso un nido en el muro,
redondo, pequeño, bien hecho,
nadie parece notarlo.
Dispongo de tiempo y observo,
me siento y lo contemplo.
Silencio, calma, nada sucede.
A punto de abandonar
aparece una golondrina,
pía, avisa que ha llegado,
otra asoma la cabecita, sale,
la recién llegada entra con rapidez,
la que acaba de emerger
emprende majestuosa el vuelo,
el nido sigue bien custodiado,
sus polluelos nacerán en unos días.

María Teresa Rodríguez Cabrera
9 – 7 – 2018