A Elvira García Campillo
Tu cuerpo, sin avisar, se detiene,
para su reloj biológico,
se queda inerte, quieto, estático.
Es la hora del alma y del espíritu.
Hoy, día de la Resurrección,
has decidido que es el adecuado
e inicias tu viaje de retorno
con Jesús, el Iluminado.
Él, ha cruzado hasta tu presencia,
te ha dado la mano, y susurra:
“Elvira, levanta, nos marchamos”.
Tú, con tristeza a la vez que gozosa,
-sentimientos encontrados-,
has dado el paso sorprendida y feliz:
“Sí, gracias por acompañarme”.
Con luz, paz y sosiego,
habéis abandonado el hábitat terrestre,
y juntos, de la mano, ascendido a los cielos.
Desde allí, con privilegio,
inundaréis, ambos, con amor,
este territorio humano
en el que seguimos habitando
con ilusión de cruzar un día el puente.
Elvira, espéranos con júbilo,
y en esta espera sublime,
cuídanos en el camino de vuelta
hasta alcanzar los reinos divinos
y fundirnos, como tú, con lo eterno sagrado.
María Teresa Rodríguez Cabrera
21 – 4 – 2019
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