Pájaro que vuelas alto,
majestuoso visitas el cielo,
busca a mi ángel preferido,
dile que venga de nuevo
a arroparme en mi cama,
contarme esas historias
donde soy protagonista,
deambulo por una ciudad
cargada de luces y sonidos,
allí me reciben emisarios,
serafines celestiales,
cantores de la gloria divina,
me sonríen y dan la mano,
-vamos amiga, Dios te espera-,
mana una emoción tan sublime,
que a partir de ese instante
mis recuerdos quedan velados.

María Teresa Rodríguez Cabrera