¡Nunca estás solo amigo!
Eternamente alguien está contigo.
Tu Ángel de la Guarda
es tu compañero de andanzas.

Desde el principio de los tiempos,
él y tú juntos y avanzando,
jamás te deja en indefensión
en tu mente vive su recuerdo.

El humano se olvida
que otros seres le custodian,
invisibles a sus ojos
les auxilian y guían.

¡Hola!, soy tu Ángel guardián:
te aconsejo si lo necesitas,
te protejo ente el peligro,
te susurro las respuestas.

Algunas opiniones inesperadas
a veces vienen de mí;
sigo la ley del espíritu,
dispongo del permiso divino.

Puedo ofrecerte mucho,
el techo, lo permitido por Dios;
el resto de las peticiones
dependen de tu compromiso.

Te acompaño adonde vayas.
Tú no me puedes ver.
Algún ser que es vidente
es posible que me contemple.

Percibe mi presencia
a tu lado, junto a ti,
si ante una duda
precisas consejo y ayuda.

Te musitaré palabras,
enviaré imágenes,
escucharás música,
olerás dulces fragancias.

Al irte a dormir,
yo descanso a tu vera;
al despertar con el alba
alerta me encuentras.

Recuerda alma en vida,
te acompañé al nacer
y juntos partiremos
al concluir tus respiraciones.

María Teresa Rodríguez Cabrera
Del poemario: De aves y ángeles