El corazón parece insensible,
ya no distingue realidad de ficción,
las percibe con la misma indiferencia
sin destilar amor por quien sufre.

Cada día surgen imágenes
con bombas, destrozos, muertes.
Nos muestran personas con armas,
otras con heridas, sangrando.
Claro, todo sucede demasiado lejos,
donde no estamos nosotros,
sin percibirlo como beligerancia.

A las puertas del año 2020
todavía hay conflictos sangrientos.
¿Motivos?
Poder, territorios, religión.
Se dañan unos a otros
sin reconocer que las personas
en este mundo somos iguales,
que la vida, el derecho a ella,
es innato al ser humano.

Oremos los que vivimos en concordia
para que los seres del planeta entero
vean la luz y sientan el amor
aprendiendo a convivir en la paz.

María Teresa Rodríguez Cabrera
29 – 12 – 2019